La luz al final del túnel...

Hace rato que tenía ganas de escribir un post deprimente y melancólico, que hablara del caos en que he sentido que estoy sumida, porque no decirlo, desde hace unos 2 meses... entre la incertidumbre laboral, las decepciones amorosísticas, discusiones varias, las crisis que están atravesando varias de mis amigas y amigos... uf! casi siento a veces que necesito ir a meterme al Pare de sufrir, que venga una especie de pastor milagroso y que a cambio de todas las joyas de oro que inútilmente me han regalado en la vida, me bendijera con sus poderes mágicos y me convirtiera en una nueva Prisca.

PERO! señoras y señores, siiii... en la vida siempre hay peros. Estuve tratando varias veces de escribir ese post, con metáforas sobre el invierno, el frío y la soledad... ¿y qué pasó? ¡Nunca me resultó! Y siendo hoy Miércoles 11 de Junio a las 5:27 de la mañana (sí, soy búho, ¿y qué?) encontré la respuesta. Eureka!

Luego de un intento fallido más por escribir sobre mi decepción con el mundo y el hoyo en que a ratos me siento, me dí cuenta que necesitaba reirme un poquito, así es que se me ocurrió meterme al blog de un personaje que conocí hace un tiempo... la verdad es que ya me había metido antes una vez, alcancé a leer un post y me reí demasiado. Así es que ahora me devoré varios posts más (entre los pocos que hay en realidad), y me apreté la guata de la risa.

Bueno, la cosa es que riéndome de sus letras se me iluminó la ampolleta, y caí en cuenta de que yo, Prisca, Pris, Priscila... como sea que quieran llamarme, hace mucho tiempo, años, que siento que soy una persona esencialmente feliz, y que hasta en el momento más amargo de la vida es capaz de reír... y en este tiempo de tristeza y melancolía, creo que si me quejo es de puro llena, porque sí, he estado ultra bajoneada, he tenido miedo, ando con el sueño cambiado una vez más, he llorado en la micro, etc, etc, etc...

Mas todo eso no se puede comparar con todo lo bueno que tengo: una familia que me ama y me hace feliz cada semana; amigos increíbles que me han aconsejado, escuchado, leído, soportado las mañas, sacado carcajadas, seguido en mis ocurrencias, etc, etc, etc; un computador con internet para satisfacer mi adicción a las redes sociales; compañeras y compañeros de trabajo que hacen que valga la pena ir a una oficina aún cuando todavía no te pagan; alguien que me acompaña y me dice que se aburre si me voy del chat (aunque se que lo hace de p...., como le gusta decir), que me dice que no me asuste y que me hace reír con sus particular forma de ver la vida. Tengo también un sentido del humor increíble, que lo heredé de mi abuelo, y que hace que incluso cuando estoy en los peores momentos, me ría cuando me dicen una talla y hasta que me agarre pa'l leseo solita.

Y al final, reconozco que aunque sea con altibajos, y a ratos los bajos parezcan bien bajos, mi vida parece que es bien entretenida. Mi roomate me dice que debiera venderla... el problema es que para eso tendría que escribirla, y en este momento, me da harta lata. Pero cuando esté viejita y jubilada podría hacerlo, aunque si mi memoria ahora es mala, más que seguro que a esa edad ya tendré Alzheimer y quizás cuantas cosas más así es que tampoco. Si usted no se la quiere perder tiene que apelar a la transmisión oral no más. Como en los viejos tiempos.

Y sí, en conclusión puedo decir que soy feliz. Y que ser feliz no significa que a veces no ande llorando por los rincones, sino simplemente que soy capaz de quererme, querer a los que están a mi alrededor, y sentirme querida por ellos.

He dicho.